Doscientos metros en persecución del autobús, auténticos maratones noche y día por las calles del centro, lucha grecorromana en las rebajas de los grandes almacenes, halterofilia cargaditos con la compra de la semana y, por supuesto, fútbol, en cada lata vacía en el suelo, esperando ansiosa la patada del Iniesta espontáneo que pueda pisar la acera en ese momento. Lanzo toda esta enumeración para tratar de demostrar que Madrid es ya olímpica, pese a los repetidos intentos del COI de demostrar lo contrario.
Expiraba el plazo para presentar candidaturas para ser Sede de los Juegos en 2020 (dónde carámbanos estaremos en tan lejana fecha, pregunto yo). El ayuntamiento no estaba seguro de qué hacer, si merecía la pena volver a intentarlo o no. En tiempos de crisis, con una población que está pasando dificultades y con la deuda de seis mil millones a cuestas, parecía muy desaconsejable intentarlo.
Y, sin embargo, han ido otra vez a por ello. El principal argumento que han soltado desde el Consistorio es que a la tercera va la vencida. Roma y Estambul también competirán por la cita Olimpica. Con el 80% de las instalaciones construidas, dicen, el coste de organizarla no sería tan elevado. Pero claro, se olvidan de decir que ese 80% viene de un dinero que se invirtió hace años, y ahora falta en la caja. El coste ya ha sido asumido, y se incrementará por tercera vez. Está por ver si se podrá recuperar en el caso de que los Dioses del Olimpo envíen por fin a Madrid su llama. Francamente, querida, lo dudo mucho.