Fuera caretas

Introducción a la Persiana del 26 de enero de 2012 en Ágora Sol Radio Oír aquí

Cuando vi las imágenes de Alberto Ruiz Gallardón entrando con paso firme en la sala de prensa del congreso, tuve una sensación extraña. He visto ese mismo porte y esa mirada muchas otras veces, en mandatarios nacionales e internacionales. Jamás vi a Rajoy o a Zapatero caminar así, como si el que entrara en la sala fuera el mismo Emperador. Entonces todo encajó a la perfección y me vino la idea de que Gallardón llevaba toda la vida preparándose para ser Ministro de Justicia.
Imaginé al pequeño Albertito, con su babi de colegio bien, soñando con su futuro despacho ministerial.
Fue un alumno excelente, el orgullo de su padre, un monárquico que se movía bien en los entramados del régimen franquista. Alberto sacó el número 2 en la oposición para el Ministerio Público, y trabajó en la Audiencia Provincial de Málaga, puesto del que se encuentra en excedencia. Fue Presidente de la Comunidad de Madrid, y compatibillizó ese puesto con el de Alcalde de Madrid mientras se produjo el vacío de poder que acabó llevando a Aguirre a la Presidencia tras el caso Tamayo y Sáez.
Como Alcalde, convirtió a Madrid en la ciudad más endeudada de España a costa de soterrar la M30, tuvo una especial predilección por la Cultura, potenciando el atractivo de la Capital para el turismo cultural. Manipuló, de la mano de su Concejal de Medio Ambiente, Ana Botella, los sistemas de medición de contaminación de toda la ciudad. Distante, frío y muy inteligente, siempre ha guardado las distancias con la prensa, en la que sin embargo ha ido deslizando recaditos tanto a la dirección nacional del PP como a su mejor enemiga, Esperanza Aguirre. Gallardón supo esperar, aguantar, callar y ahora recibe su premio.
Decía que al verlo ayer, con esos aires de estadista, supe que había nacido para esto. Cuando empezó a hablar, me acordé de la cantidad de veces que he oído decir que pertenece al ala progresista del PP, y de esa imagen de centrista que tan bien ha sabido proyectar. Lo digo porque hacía mucho tiempo que no escuchaba una intervención políticamente tan cargada y con una batería de medidas retrógadas tan grandes.
Los ciudadanos tendrán que adelantar las costas en caso de recurso judicial. Dicen que es para evitar abusos, pero supone, en la práctica, que el que tenga dinero podrá recurrir siempre y el que no, pues dispondrá de un derecho constitucional menos. También dijo el Ministro, que es otro de esos expertos en Neolengua, que instaurarán la Prisión Permanente revisable para determinados casos que provoquen un gran rechazo social. Estaba Gallardón renombrando la Cadena Perpetua, y hablando veladamente de los casos que se prestan al sensacionalismo barato de determinado tipo de periodismo. Esta es, de hecho, otra reforma que no parece encajar bien en la constitución y de una ideología populista de derechas.
Respecto al aborto, la nueva ley que se propone va encaminada a calmar los ánimos de los sectores más conservadores del Partido Popular y su entorno. Dicen los expertos que los casos de menores de edad que han abortado sin consentimiento de sus padres es mínimo, y que eliminarlo puede complicar la situación de esas chicas que, por circunstancias especiales, como de violencia doméstica, pondrían en riesgo sus vidas sin ese derecho.
Por último, se modificará el sistema de elección de los miembros del Consejo General del Poder Judicial, pasando los propios jueces a elegir a 12 de los 20 miembros. No sé cómo funcionará su nuevo sistema, pero podría no ser necesariamente malo, en comparación con el pésimo que tenemos actualmente. Sospecho, eso sí, que el nuevo gobierno se hará un traje jurídico  su medida, con la excusa de un sistema judicial atascado que ellos mismos ayudaron a bloquear desde la oposición.
Alberto Ruiz Gallardón nació para ser Ministro de Justicia. Ya lo es. Preparaos.