Texto para el programa Ágora Pulp del 25 de enero de 2012 en Ágora Sol Radio oír
Si la verdad existiera, en los labios de Taosa brillaría, como hadrones chocando o una gota de mar filtrando el sol en la pestaña. Porque sus ojos la buscan con ansia infinita. Son ojos de testigo, que miran con curiosidad, inteligencia, nervio y sed. Para ella, como para cualquier buen periodista, la verdad es Dios. El bien supremo, lejano, inalcanzable, pero también modelo y camino para quienes lo buscan. Por eso nunca dudé de que era una gran periodista, porque esa necesidad de conocer y transmitir le lanzará a su destino como un arco a la flecha.
Taosa busca verdad en las ondas, en frecuencias moduladas, en streaming de calidad razonable, en mp3 o a boli. Tiene una voz hermosa que afinaría perfectamente en la sinfonía de la verdad, si ésta existiera. Al escucharla, es imposible no empatizar con ella, y a menudo los entrevistados han sucumbido ante ese hechizo. Con el tiempo, ella ha aprendido a agazaparse y soltar un zarpazo por sorpresa, para que nadie nunca empatice demasiado y la aleje de la verdad buscada.
Taosa busca verdad en las ondas, en frecuencias moduladas, en streaming de calidad razonable, en mp3 o a boli. Tiene una voz hermosa que afinaría perfectamente en la sinfonía de la verdad, si ésta existiera. Al escucharla, es imposible no empatizar con ella, y a menudo los entrevistados han sucumbido ante ese hechizo. Con el tiempo, ella ha aprendido a agazaparse y soltar un zarpazo por sorpresa, para que nadie nunca empatice demasiado y la aleje de la verdad buscada.
Sí, la verdad existe, sólo que se fragmenta en tantos trozos para que no podamos mascarla. Algunos de esos bocados de realidad le caen a Taosa en las manos, y los examina, los analiza, los prepara y los comparte, porque sabe que de su alimento comen muchos, y que la presa es de la tribu, o seguiremos creando esclavos. Y los pequeños trozos de realidad que a veces llegan son cristales,afilados, que se clavan al susurrarse al oído, y Taosa sangra y los cuenta, y cuando llegan al oyente ya no cortan, pero siguen siendo cristales y, por tanto, transparentes.
Para mí siempre ha sido un orgullo jugar con ella a Sanchos y Quijotes, y cambiarnos los papeles de vez en cuando, y contagiarme de su curiosidad, y verla menear la silla en la que se sienta cuando hace radio como un perro movería la cola, de puro contento y aprender y compartir lo aprendido. Sé que este orgullo sólo puede crecer, porque ella no va a dejar de hacerlo. Sospecho que, por mucho que las circunstancias lo impidan, su voz suave volverá a arrullarnos pronto en Ágora Sol, y si no, nos hincharemos las orejas de podcast.
Gracias María.
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